Tiger Woods alerta de que los campos se quedarán pequeños por la excesiva distancia que generan las nuevas bolas y palos
Los palos eran de madera y las bolas eran de un recubrimiento blando, una combinación que entonces se usaba entre los años 70 y 90 del siglo pasado. Dice Miguel Ángel Jiménez, golfista de 53 años que disputa el circuito senior norteamericano. “La bola sale ahora demasiado rápido del palo y con el material que tenemos para darle efectos hay que esforzarse mucho más que antes. La bola ahora es muy dura, con un núcleo duro para sacar más distancia, y dentro no tienen nada que se mueva; antes la bola era blandita, de goma y el núcleo era líquido, y la podías mover, cortarla, abrirla… Es otro concepto de golf”.
Irónicamente ha sido el propio Tiger Woods, quien ha lanzado la alerta preocupado. “La bola vuela demasiado lejos. Tenemos que hacer algo. Si queremos tener un campo competitivo de golf profesional deben tener entre 7.400 y 7.800 yardas (6.700 y 7.100 metros). Hay que hablar no sólo de la bola, sino del tipo de campos que se diseñan y los torneos que quieren los jugadores”
“La tecnología hay que pararla”, avisa Piñero. “Hay campos que son historia pura del golf, como Saint Andrews o Royal Birkdale, y que a este paso dejarán de ser aptos para competir. La bola no puede ir a esa velocidad. En los últimos años se ha ganado un 25% de distancia en todo el circuito. Seve en mi época era potentísimo. Y Nicklaus hacía 260 metros de vuelo. Pero hoy eso lo hace ahora un pegador corto. Hoy se gana con el driver 35 o 40 metros de media. Es brutal. Pares cuatro de 440 metros, que eran largos, se dan con driver y wedge. La aerodinámica de la bola hace que vuele más recto y no se desvíe.
La tecnología ha revolucionado el golf tanto que amenaza con destruir su esencia.