El vasco llega más maduro y lleno de confianza al Open Británico
Vientos con rachas de hasta 40 km/h soplando de cinco direcciones diferentes. Probabilidad de lluvias entre el 60 y el 70%. Humedad llegando al 90%. El termómetro bajando hasta los 10 grados. El frío y el agua mandan en Portrush, una pequeña localidad de Irlanda del Norte, al noroeste de Belfast, conocida por la cercanía de la Calzada de los Gigantes, la formación de unas 40.000 columnas de basalto por el enfriamiento de la lava, un Patrimonio de la Humanidad que atrae a un millón de personas cada año. El espectáculo geológico maravilló a Jon Rahm, que habla de ello y recomienda la visita.
“Tengo el juego en buenas condiciones”, dice Rahm, otra vez entre los favoritos, “pero más que el juego y cómo estoy físicamente, un grande es una competición muy mental. Eso es lo más importante. Me han dicho que ahora se me ve más paciente en el campo. He mejorado. Cuando me hice pro tenía 21 años, llegué entre los 10 mejores del mundo en menos de un año, y esas expectativas, esa atención que llegué a tener, no las esperaba. Fue un proceso de readaptación. El año pasado fue un crecimiento más personal que golfístico. Tuve que madurar mucho, y eso está ayudándome a ser mejor jugador. Tengo una cabeza más madura”.
El juego también le sonríe después de su victoria hace dos semanas en el campo vecino de Lahinch para conquistar su segundo Open de Irlanda (2017 y 2019). “Aquí me siento especial.
Hay un mundo entre el Rahm amateur que jugó hace cinco años en Royal Portrush y el de ahora. “Soy más grande, le pego más fuerte, tengo más madurez y juego mejor con el viento. Antes venía a sobrevivir. He aprendido mucho alrededor de green”, afirma el vasco.
Vuelve el Open a Irlanda después de 68 años y en Portrush los secretos del campo se pagan a precio de oro. Rahm se entrenó el martes con el noirlandés Graeme McDowell, que, como Rory McIlroy,juega en casa, en busca de alguna pista. Y Tiger Woods escribió a Brooks Koepka pidiéndole compartir una vuelta de prácticas y obtuvo el silencio por respuesta.